Y hubo un día en que las tormentas cobraron más fuerza,
y las montañas se hicieron infinitas.
Pero ese poder no me fue ajeno;
caminó a mi lado,
enfrentando con firmeza la hostilidad del camino.
Sin alarde,
me envolvió,
como una fuerza que siempre estuvo esperando ese instante para ser parte de mí.
C.