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Encontré en tu habitación mi dibujo. Le agregué una fecha actualizada con la ilusa idea de acercar el pasado a ese presente. Ya no sé si fue ese mismo día en el que también dibujé un elefante sobre una servilleta. Todos dibujamos. Al día siguiente, lo único que estaba sobre la mesa era mi elefante. Todo fue archivado menos mi dibujo que lo único que hacía era estorbar. Mi servilleta era el obstáculo imperfecto. Lo tomé, lo puse en mi bolso y jamás volví.

Soy más liviana que el aire...

Recordé.

Y tenía tantos "por qué..."

Sólo quise sonreír.

Intentaba fluír, se ahogó en una copa empañada y ya ni siquiera quería iluminar. Titilante. Conversa sobre ello.
Dame aire, susurraba.
Volvimos al abuso, a la desconsideración en todas sus formas.
¡LE MEPRIS!
No es sólo una bolsa de arena en sí. ¿Hace falta explicar mi abstracción?

Saquemos una parte del lugar, saquemos un caracol de la playa, cada persona en el mundo saque un caracol del mar. ¿Deja de ser? Ya lo creo. Las partes, son sólo partes y sólas, no funcionan. No, no funcionan, insisto. Vamos. Volvamos los recuerdos a su lugar. Dame mi parte. Gracias. No, no te veo luego.

Érase una vez un cubo..

Olvidó y no lo tiró.
Recordé para tirarlo.

¿Qué gran abismo, verdad? Vaya novedad.

Hoy sí que disfruto que no entiendas una sola palabra.