"Nada diferencia los recuerdos de los momentos habituales. Sólo más tarde se dan a conocer cuando muestran sus cicatrices. Esa cara que había visto fue la única imagen en tiempo de paz que sobrevivió a la guerra. Se preguntaba si la había visto realmente o se había inventado ese tierno momento para protegerse de la locura que se avecinaba."

El viento seca y corre las hojas del ayer sin poder recogerlas.
El agua congelada endurece mis manos que dejan de tocar.
El sol se esconde y de a ratos ilumina algún árbol sin bosque.
Se hace difícil respirar,
la calma ha estado disfrazada de personaje.
El hielo quema,
y al derretirse,
se me va de las manos.


Hola invierno.

Sácame de contexto, llévame a algún árbol de sombra pequeña, donde pueda dormir un rato hasta escuchar el sonido del viento meciéndome.

Brisa aparecéteme...con la música en mis pentagramas.

"Y así me escondo detrás de la puerta, para que la Realidad, cuando entra, no me vea. Me escondo debajo de la mesa, donde súbitamente le pego sustos a la Posibilidad. De modo que me despego de mí como a dos brazos de un abrazo, los dos grandes tedios que me aprietan -el tedio de poder vivir sólo lo Real, el tedio de poder concebir sólo lo Posible. Triunfo así de toda realidad. ¿Castillos de arena, mis triunfos?... ¿De qué cosa esencialmente divina son los castillos que no son de arena? ¿Cómo sabéis que viajando así no me he seguido oscuramente? Infantil de absurdo, revivo mi niñez, y /juego con las ideas de las cosas como soldados de plomo, con los cuales, de niño hacía cosas que se anticipaban con la idea de soldado./ Ebrio de errores, me pierdo por unos momentos de sentirme."

(31. Viaje nunca hecho. F.Pessoa.)