domingo, 6 de octubre de 2013

Estábamos en Coroico, Bolivia. Me senté esperando que Sebas termine de hablar por teléfono con sus seres queridos. Miré a mi alrededor, la plaza, oí los saludos de los vecinos, observé a los comerciantes, el juego de los chicos, suspiré y pensé en la sonrisa de Nati haciendo licuados. ¡Qué ganas de una!
Yo tenía una sonrisa similar, de oreja a oreja. (Parece ser que ahí la dejé)
Sin darme cuenta estaba conociendo el sosiego mientras la brisa me despertaba para el descubrir. Sentía la integridad de mi ser, cuerpo y alma.

Siempre tengo alguna remembranza dándome vueltas en la cabeza en los momentos en que nada y todo pasa. Y me voy para allá... a henchirme. Recuerdo-imagino, imagino-recuerdo, pienso, pienso, ¡piENSO!

Si un instante es tan especial en la vida de uno, me alimentaré de él las múltiples veces que quiera, suplantando así otros instantes.Y la búsqueda de unos nuevos... nunca cesa.


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